Los Columbarios en Mérida son una sepultura en forma de cuba (cuppa) y corresponde a un enterramiento de incineración. Fue una modalidad muy frecuente en Mérida, donde hasta el momento hay atestiguadas unas 2.500, sobre todo en la Alcazaba, en cuya construcción se aprovecharon la mayoría de ellas, procedentes de una importante necrópolis situada en las inmediaciones.
La vida de los muertos consiste en hallarse presentes en el espíritu de los vivos. Cicerón, siglo I a. C.
Los Columbarios en Mérida es un Jardín Funerario donde se encontraron algunos mausoleos como los pertenecientes a las familias de los Julio y de los Voconio.
y otras piezas que se han traído para representar el mundo funerario de los romanos. En las lápidas solían poner T. T. L., TIBI . TERRA . LEVIS. «Que la tierra te sea ligera».
Cayo Voconio Próculo hizo la tumba para sus padres y su hermana. Los objetos representados están destinados a exaltar los logros militares del padre.
La piezas situadas en los extremos son collares y brazaletes, estos últimos con forma de serpiente, símbolo protector del hogar. La pieza central se identifica con una fálera cuyo origen está asociado al atalaje del caballo y luego pasó a ser pieza de adorno y símbolo de hospitalidad.
Este edificio funerario es el llamado «Bodegones del latero» o «Cueva del latero» porque hasta la década de los 70 del siglo XX, vivía aquí una familia de hojalateros.
Son dos edificios funerarios romanos y testimonian en esta zona una importante área de enterramientos situada fuera de las murallas de la ciudad.
Ambos edificios son semisubterráneos y se cubren con bóvedas de cañón. A través de una pequeña puerta se accede al interior bajando unas escaleras.
Y en el mismo complejo, están los Columbarios en Mérida.
La moda del arcosolio se generaliza hacia el siglo IV d. C. Un arcosolio es un arco abierto en la pared que alberga un sepulcro.
La importancia de las plantas en los monumentos funerarios
Los monumentos funerarios romanos con frecuencia se adornaban con jardines. Los Cepotaphium, tumbas con jardines, tenían tubos de libación, cenadores, exedras y pozos para que familiares y amigos celebrasen banquetes funerarios en honor del difunto.
Numerosas especies de plantas podían cultivarse en el jardín funerario y eran elegidas por sus propiedades o simbología. Algunas de ellas, incluso, proporcionaban flores con las que se honraba al difunto o frutos utilizados en los banquetes fúnebres, como por ejemplo, la parra.
El Acanto era empleado para decorar los parterres y estanques de los jardines. Una de sus variedades salvajes fue la que inspiró a los arquitectos griegos el capitel Corintio.
La Adelfa es una planta venenosa y, por ello símbolo de la muerte. Según Plinio, era utilizada por los romanos contra la mordedura de serpientes. Se creía que su raíz, administrada con vino, hacía el carácter más jovial.
Según Plinio, los romanos veneraban el árbol del Laurel. Por ser de hoja perenne, representaba el poder de la supervivencia y era signo de gloria. Estaba consagrado a Apolo y especialmente asignado a la celebración de los triunfos. Así, uno de sus principales usos fue el de la confección de coronas. Se consideraba emblema de la paz y se creía que tenía el poder, no solo de purificar y de curar, sino también de prevenir y curar enfermedades, maleficios y malas influencias.
Por la diferencia de color entre el haz y el envés de sus hojas, el Álamo tenía una simbología especial. Los romanos lo consideraban como la representación del mundo de los vivos, la parte clara de las hojas, y del mundo de los muertos, la parte oscura. Como todos los árboles estériles, el álamo estaba consagrado a Hércules y a los dioses infernales.