Albufera de Valencia • Valencia • España
La Albufera de Valencia es un lago de agua dulce separado del mar por un estrecho cordón de arena. La palabra deriva del árabe al-buhayra, que significa el pequeño mar. Se encuentra a 10 Km de la ciudad de Valencia. Tiene una extensión aproximada de unos 24 Km2 y solamente 1 metro de profundidad media.
Historia y formación de la albufera de Valencia
Hace casi dos millones de años, los sedimentos arrastrados por los ríos Júcar y Turia terminaron de cerrar lo que originalmente era un golfo de mar con una estrecha barra de arena. Entonces, ¿por qué ahora el agua de la albufera es dulce? La intervención humana fue convirtiendo una gran superficie de este lago en arrozales cada vez más extensos mediante los llamados «aterramientos«. Por lo tanto, los aportes de agua dulce se fueron intensificando y el agua salada terminó por convertirse en agua dulce, pero la superficie del lago disminuyó trágicamente sobre todo durante los siglos XIX y XX.
Está comunicada con el mar por tres canales o «golas» con compuertas: el de Pujol, Perelló y Perellonet. Desde el 1 de noviembre al 1 de enero los campos de arroz se inundan con agua fácilmente mediante lo que se denomina la «Perellonà«, o sea, el cierre de las compuertas de estas golas. De esta forma la superficie de agua aumenta en un 70% y nos podemos hacer una ligera idea de cómo era el lago original.
Zona protegida
Nos encontramos en un ZEPA, una zona de especial protección para las aves y su importancia es vital para los miles de aves que la utilizan como casa, refugio o lugar de paso en sus migraciones anuales.
El entorno es maravilloso y nos ofrece muchas posibilidades de disfrutar de él: un paseo en barca, recorrer andando o en bicicleta las zonas preparadas para ello atravesando el bosque de pinos, la Devesa, las dunas, la marjal o las playas. También puedes realizar una visita al centro de observación de aves en el «Racó de L’Olla». Y terminar el día con una espectacular paella en cualquiera de los pueblos que rodean el lago, como El Palmar.
Y si te gusta la fotografía, las puestas de sol son simplemente, maravillosas. A mí, en particular, cada vez que he estado, me ha servido como de bálsamo para el ánimo y he terminado siempre relajado y contento.