Ruta por Portugal: Día 10: Aveiro 1 • Aveiro 2
Paseando por Aveiro… una ciudad preciosa surcada por canales, por eso se la llama la Venecia de Portugal. Tiene bonitas playas y un arroz de langosta para chuparse los dedos.
En los canales de Aveiro vimos los Mouliceiros, unos barcos típicos que antes recogían algas para abonar los campos y que hoy en día solo se dedican a pasear turistas. Ahora les han pintado en la proa escenas picantes seguramente para atraer público. Vimos fotos antiguas y moliceiros de los que se usaban para la pesca, y no iban pintados así. Sin embargo, el paseo nos resultó encantador.
La ría de Aveiro es una de las más hermosas de Portugal, y conforma un relieve costero muy peculiar. Los canales principales dividen la ciudad en dos zonas diferenciadas. A un lado, las casas de los pescadores y al otro, la zona monumental con casas modernistas e iglesias barrocas. En el barrio viejo de «Beira Mar» están las casas de los pescadores, las callejuelas y los almacenes de sal de la ría, ya que Aveiro fue zona de abundantes salinas, aunque ahora solo queda una.
Aveiro fue un antiguo puerto importante, ya que explotaba la pesca, las salinas y el comercio marítimo, pero en el siglo XVII el canal se cerró, lo cual produjo un estancamiento de aguas y por consiguiente, enfermedades.
Mucha gente se fue de la ciudad y se formaron ciudades sanatorios en las cercanías, que aún existen. En el siglo XIX, se abrió el canal y la ciudad comenzó a florecer de nuevo. Actualmente vive del turismo, de la universidad que le da mucha vida y solo queda una salina.
La comida es otro de los atractivos de Aveiro: bacalao, todo tipo de pescado fresco, fantásticas almejas de la ría, arroz caldoso de langosta, calamares, chipirones a la plancha, y los famosísimos «ovos moles» están exquisitos…
Mañana visitaremos las playas de Costa Nova y Da Barra que tienen dunas protegidas y unas casas pintadas a rayas, muy decorativas.
En su libro «Viaje a Portugal» publicado en 1981, José Saramago reflexiona sobre la belleza que supone admirar en soledad la ría de Aveiro mientras es consciente del lado negativo:
«… están las salinas desiertas, encalladas las barcas que recogen los sargazos, los mercantes ausentes. Queda la gran laguna y su silenciosa respiración azul»
Y cuando quiere describir todo lo que ve y la ciudad de Aveiro, se le ocurre esta maravillosa frase:
«El viajero sabe que está intentando expresar lo inefable, que no hay palabras capaces de decir lo que una gota de agua es, cuanto menos este cuerpo vivo que une tierra y mar como un enorme corazón.
Eso es Aveiro, un cuerpo vivo con un enorme corazón que une tierra y mar. Sin duda, una de las visitas que más disfrutamos en nuestra ruta por Portugal.
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