Caracena

Caracena • Soria • España

Caracena está a 29 km de Burgo de Osma. Es un pueblo precioso con muchos lugares interesantes para conocer. Entre sus atractivos cuenta con un fantástico castillo y dos iglesias románicas realmente preciosas.

Castillo de Caracena

Aparcamos el coche, subiendo sus empinadas callejuelas, al lado de la iglesia de San Pedro Apóstol y nos disponemos a caminar cuesta arriba los escasos 0,6 km que indica la señal.

Son sólo las 9:30 de la mañana, pero la ola de calor sigue haciendo estragos en nuestros cuerpos y el sol pega de lleno. Menos mal que vamos rebozados de protector solar. Poco a poco llegamos arriba y recorremos todo el recinto fortificado, por supuesto completamente solos. Únicamente nos acompañan abajo en el valle un rebaño de ovejas que no vemos, pero escuchamos el sonido de sus cencerros. En lo alto aparecen de repente y sobrevuelan observándonos unos cuantos buitres y algún alimoche de color blanco.

El castillo, aunque a primera vista puede presentar un aspecto ruinoso, es impresionante, tanto sus murallas como el lugar donde se levanta. La torre del homenaje, en el ángulo sur del recinto interior, domina desde lo alto los dos barrancos, el de los Pilones y el de las Gargantas que cuando llueve vierten sus aguas al río Caracena. Además de su situación estratégica en el alto, lo protegen dos murallas y un foso.

Está abierto y podemos acceder al interior sin dificultad. Está muy descuidado y los hierbajos espesos y altos nos hace caminar lentamente y tomar precauciones de dónde pisamos pues el suelo está lleno de montones de piedras grandes.

Ya en el siglo XII existe documentación sobre la existencia del castillo de Caracena. Se trata de la disputa y litigios que mantenían los obispos de Sigüenza y el de El Burgo de Osma por la propiedad de las tierras de Caracena. Su aspecto actual data de finales del siglo XV.

Iglesia románica de San Pedro de Caracena

Bajamos andando del castillo y a la entrada de la población encontramos la magnífica iglesia abierta con su hermosa galería porticada que conserva siete de los nueve arcos que tuvo. Un vecino ha venido a abrir y a “dar vuelta”. Con mucha amabilidad, poco a poco nos va explicando la historia del edificio. De su origen románico del siglo XI solo queda la planta y el pórtico de fuera con las columnas y esos increíbles y bellísimos capiteles de piedra tallados. Nos los muestra de uno en uno y gracias a él descubrimos los doce apóstoles, pero también luchas de caballeros, animales reales y fantásticos como grifos o escenas de la caza del jabalí.

También dirige nuestra atención a los 25 canecillos que sujetan el alero del tejado. Algunos están deteriorados, pero otros representan animales, decoración vegetal y también rostros de personas.

Retablo de la iglesia de San Pedro en CaracenaEn el interior nos enseña el retablo mayor que contiene una gran pintura al óleo. En los trabajos de restauración del lienzo en 2.010 descubrieron que es del siglo XVIII pues apareció la firma su autor, Acisclo Antonio Palomino (1.655 – 1.726), uno de los mejores exponentes de la pintura barroca española.

También destaca la imagen de Virgen con el Niño gótica del XVI.

Nos descubre unas piedras con inscripción. Una de ellas es muy curiosa porque habla de una reliquia, hoy desaparecida, del Arca de la Alianza que se trajo a esta iglesia desde San Juan de Letrán en Roma. 

Al final dejamos “la voluntad” y nos despedimos muy agradecidos.

El bar que está junto a la iglesia hoy tiene cerrado por descanso, por lo que bajamos la calle con el coche.

Para completar nuestra visita a Caracena nos detenemos en la plaza donde podemos admirar el monumental rollo medieval, donde encadenaban a los reos como castigo y humillación pública. Data de 1.738 y cuentan que en los años 60 aún se podían ver las cadenas que utilizaban.

También en la plaza tenemos la antigua cárcel y el lavadero. La antigua prisión es un edificio macizo de planta cuadrada que parece un torreón. Cuenta con dos pisos y un sótano que era donde encerraban y encadenaban a los presos en sus muros. Funcionó como cárcel hasta principios del siglo XX. Hoy es de propiedad particular.

El lavadero sigue conservando la fuente que le suministra un agua limpia y transparente y la población lo mantiene en perfecto estado. Nos trae a la imaginación cómo era la vida diaria de sus gentes no hace tantos años.