Costa Rica, «la dulce cintura de América» como la definió Pablo Neruda, es un destino obligado para cualquier viajero. Es un país pequeño, hermoso y amable. Sus dirigentes y la población en general han comprendido que mantener la naturaleza con los bosques y la fauna salvajes les reporta importantes beneficios económicos. Ojalá otros países que todavía tienen importantes selvas pensaran lo mismo.