La duna que quería crecer y no le dejaban
Cullera: Playa del Dosel
Soy una duna, nací, crecí… y casi morí en la playa del Dosel de Cullera, una larga playa de arena fina y dorada, donde no viene mucha gente y además está incluida dentro del Parque Natural de la Albufera.
Antes yo era casi tan larga como la playa, voy paralela al mar y soy muy importante, como una muralla de protección… Cerca está la playa de Cullera y la playa del Faro de Cullera, pero ellas ya no tienen dunas.
Hoy el mar está juguetón, hace viento y hay gente practicando surf y deportes de vela al lado del faro de Cullera. Yo soy una duna móvil, con mucha marcha y me divierte mucho verlos.
Ahora soy feliz porque los hombres están colaborando para recuperar el cordón dunar de la playa, así que volveré a tener un cuerpo hermoso serpenteando al lado del mar. Muchas playas alguna vez tuvieron dunas, somos una protección natural para cuando hay oleaje.
Hubo un tiempo, no muy lejano que los hombres se olvidaron de la naturaleza y acabaron con las dunas construyendo cerca de la costa, casas y paseos marítimos… avalanchas de gentes pisotearon mi cuerpo hasta hacerlo desaparecer. Y luego se sorprenden cuando el mar se come «sus» playas y entra en sus casas.
Con mucho esfuerzo se están recuperando las dunas en algunas de nuestras costas. Se hacen pequeñas plantaciones de plantas autóctonas que ayudarán a retener la arena de la duna. En realidad no son plantas, son brotes de esperanza y yo siento cómo mi cuerpo va creciendo cada día.
Hay unas cómodas pasarelas de madera por toda la playa para que no tengan que pisar mi cuerpo de arena. Lamentablemente, hay gente (como la de la foto que captamos), que es incapaz de verlas aunque pasen justo a su al lado y no les importa pisotear los pequeños brotes de esperanza que me ayudan a crecer.
Yo quisiera ser tan alta como la luna… ¡ayúdame!… y te protegeré cuando el mar se ponga furioso, ahí estaré yo para que las olas no os hagan daño.
Cuando visites un lugar, llévate solo las fotos, deja solo tus huellas.