Día 21: Adiós a La Habana

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Adiós a La Habana… sentimos la tristeza del adiós y de no querer irnos. Vamos recorrer de nuevo los sitios que paseamos, retener las experiencias en nuestra retina y en nuestro corazón, no queremos que se nos olvide nada.

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Contrastes en La Habana

Hemos recorrido lugares que ya visitamos, pero nuestra mirada ahora es diferente y los vemos más bonitos porque están cargados de nuestras vivencias en este intenso viaje de contrastes y altibajos.

Recorremos el Paseo del Prado de nombre madrileño, pero este casi desemboca en el mar, el antiguo teatro Tacón de 1838 donde en 1914 se levantó el palacio del Centro Gallego de La Habana edificado por los emigrantes gallegos como sede y que es hoy el precioso Teatro Alicia Alonso, mi admirada bailarina; el Capitolio con esa cúpula que quiso ser más grande que la de Washington y la superó por milímetros, fruto de los sueños faraónicos del dictador Batista.

Carros con refrescos azucarados y camiones que reparten agua por la Habana Centro, coches antiguos que te hacen volver la cabeza de bonitos que son, buenas conversaciones con los que conducen las bici-taxis, felices de ser por fin autónomos y tener su propio negocio. Conventos abandonados en cuyos muros crecen los árboles, mercados con frutas maravillosas contrastan con la escasez de verduras.

Una cerveza fresca para soportar el insolente calor mientras un grupo de músicos geniales, en la calle desgrana los boleros de siempre de forma magistral, esperando la propina que le hará llegar a fin de mes.

Pasamos por la Plaza de San Francisco y en la Terminal Sierra Maestra vemos un crucero que parece se va a comer la plaza. Decenas de preciosos coches parecen preparados para que bajen los turistas a dejar sus dólares, y en el recóndito jardín del Convento cristiano aparece una iglesia ortodoxa, mientras la madre Teresa de Calcuta parece abstraída mirando un gatito habanero.

Y más contrastes…

Comemos en el antiguo Club Naútico donde le gustaba hacerlo a Hemingway. Enfrente, un gran Cristo se alza en la montaña, que dicen que… fue tapado por los árboles por Fidel, gigantes debían ser esos árboles… y al fondo la chimenea de una refinería escupe fuego por su boca.

La Ceiba donde en 1519 se celebró la primera misa… bueno una similar, pues la gente le contaba sus problemas y daba varias vueltas a sus alrededor para que la ceiba los solucionase… pero debió morir traumatizada de tantas penas oídas.

La estatua de Antonio Gades, gran bailarín y coreografo español, pero sobre todo soldado revolucionario condecorado por Fidel y cuyas cenizas se encuentran en la Sierra Maestra junto a otros guerrilleros de la causa. Antonio Gades encontró en Cuba la razón de su existencia. «Nunca me sentí un artista, sino un simple miliciano vestido de verde olivo, con un fusil en la mano para donde, como y cuando, siempre estar a sus órdenes»

Una anciana barre la terraza en ruinas de un edificio que parece a punto de caer mientras unas adolescentes salen arregladitas a disfrutar de su joven vida y el sol muere en el mar del Malecón para renacer mañana aún más lleno de vida.

Contrastes en La Habana…




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