Cala Pregonda debe ser la playa virgen más famosa de la isla. En el extremo final de la misma hay construidos varios chalés privados, pero ello no quita valor alguno al conjunto natural paisajístico.
Llegar desde la playa de la Binimela te va a costar más de los veinte minutos que dicen las guías, pero bien vale la pena el esfuerzo, te lo aseguro. La combinación de colores con rocas negras, arenas doradas, el verde de la vegetación y las aguas con todos los azules que puedas imaginar, junto con los peñascos erosionados que protegen la cala del oleaje hacen de este sitio un lugar imprescindible que no se puede dejar de visitar y disfrutar.
No estarás solo. El paisaje es demasiado bello y muchísima gente llega hasta aquí, pero seguro que encuentras un rincón perfecto para pasar el día. No hay que olvidar protección para el sol y también para los pies pues una gran parte de la zona es de fondo rocoso lleno de vida como erizos, aunque siempre se puede bañar uno en la zona arenosa. Por supuesto, agua y comida, pues aquí, afortunadamente, no hay restaurantes.