Gran Migración en el Masái Mara

La Gran Migración en el Masái Mara es un desplazamiento masivo de herbívoros que se mueven cada año al Serengueti y meses después, de nuevo a Kenia, siguiendo el ciclo de las lluvias. Se van reuniendo ñus, cebras, gacelas Thomson… hasta que uno se decide a cruzar el río. El Masái Mara es una extensión de 1.500 km2 a la que atraviesa el Gran Valle del Rift. Hay suaves praderas salpicadas de acacias y algunos cursos de agua importantes, como el río Mara.

Las cebras se reúnen para cruzar el río

Nos han avisado que va a haber un cruce por el río Mara, que las cebras se están agrupando. ¿Cuándo van a cruzar? Ni ellas mismas lo saben. En un momento dado una de ellas se lanza a cruzar y todos la imitan.

Cebras y ñus. Se les ve nerviosos. Algo acecha entre la hierba.

Aunque los ñus suelen ser los más numerosos, dicen que las cebras son las más listas, las que más memoria tienen y mejor vista y que los ñus, ven mal y son tontos que no se acuerdan de nada. Hoy de momento casi todas son cebras.

Esta leona intentará aprovechar su oportunidad para cazar algún herbívoro.

Y parece que hay alguien que también huele el festín y está bien agazapada viendo el momento.

Cruzar el río Mara es un momento peligroso pues está lleno de cocodrilos.

La pared del fondo es la que tienen que subir los animales nada más cruzar el río. Es un momento peligroso pues está lleno de cocodrilos.

La leona está a punto de comenzar su cacería.

La leona sigue al acecho y no es fácil la situación porque hay unos 50 coches siguiendo la escena y en muchos casos hablando en alto con muy mala educación y falta de respeto para los animales.

Fíjate cómo parece guardar el turno de la cola para cruzar.

La leona, decide lanzarse a la carrera.

La leona, decide lanzarse a la carrera. Pero tenemos muchos coches delante y no conseguimos inmortalizar la escena.

En la 1ª foto ves que la última cebra está dando una coz. Sí, se la dio a la leona y esta le clavó las zarpas en las ancas pero la cebra siguió corriendo. La leona la persigue un par de metros y enseguida se da cuenta que ya no llega, y abandona su presa. Cebra 1 ! Leona 0.

Mientras tanto, los coches se han ido colocando en las orillas del río. Aunque parezca mentira, las cebras parecen no vernos y no nos hacen ni caso, no sé si nos consideran árboles, o rocas del paisaje…

Después de un rato, una cebra se lanzó a cruzar y todas la siguieron… tenemos dos coches delante de nosotros y no sabemos ya por donde meter el objetivo para sacar las fotos.

El cruce está siendo bonito, pero esto tiene un coste en vidas que hay que pagar. El río está plagado de feroces cocodrilos, los más grandes que jamás vi en mi vida. El barquero te pedía una moneda, pero el cocodrilo te pide una vida.

Ya han separado a una cebra y van a por ella. Todos queremos que llegue a la otra orilla, pero nuestro pensamiento es simplón y muy de ciudad. Todos tienen que comer y familias que alimentar…

Por un momento estuve segura que la cebra se había librado, al igual que lo hizo la que fue atacada por la leona, que se libró por esa vez.

Pero ya nos dicen que no hay nada que hacer, que le tienen cogidas las patas por abajo. Mientras todos los cocodrilos están ocupados con esta pobre cebra, el resto de sus compañeras están cruzando sin problemas. Se oyen gritos de otros coches ¡Oh my God! Es la ley de la naturaleza. No sé qué esperaban, si vienes a ver animales salvajes en libertad, tienes que aceptar lo que ves y no interferir ni siquiera con tus gritos.

La secuencia total de fotos es impresionante y ver el empeño con la que se defiende la cebra, también. Les muerde a los cocodrilos, les da coces, pero son demasiados y están en su medio.

El cocodrilo la quiere hundir.

Y en un momento vuelve a parecer que se han cansado de ella, pero le tienen sujeta las patas.


Se acabó. A partir de aquí sucedió algo más impresionante todavía. Te lo cuento y no hace falta que veas las fotos. Todos los cocodrilos se lanzaron sobre la pobre cebra que ya estaba muerta (o casi) y empezaron a descuartizarla. Mordían un trozo con sus potentes mandíbulas y hacían un tirabuzón en el aire con sus impresionantes y pesados cuerpos, para desgajar el trozo de cebra. Era una locura, una orgía de sangre y tripas despedazando el animal y repartiéndoselo. Se veía mucha gente llorando y otros que seguían con su ‘Oh my God’.

He puesto pocas fotos y de las menos horribles, pero si eres sensible o impresionable,
no mires las de la galería, porque no las olvidarás.

Terminado el espectáculo que acabamos de presenciar, volvemos con el «terrible» león que habíamos dejado atrás. Lo encontramos contento y satisfecho.



Estamos a pocos metros de él. El coche no tiene ventanas, solo unos plásticos que se echan en carretera para que no entre tanto viento. No entiendo por qué no nos considera apetecibles… pero me alegro por ello.

Y entonces se pone a hacer la croqueta, a ponerse panza arriba como un gatito que quiere mismos y te dan ganas de bajar a rascarle la tripita… bueno, tanto no.

Ahí estoy yo, que soy bien cobardica, arriba, haciéndole fotos al gatito mimoso, a cinco metros en un coche sin ventanas… como decían antes… Oh my God. 🤪

Un poco más allá vemos a la leona, que como le ha fallado la caza, ha tenido que echar mano de una cebra que tenía escondida en la despensa y que… por el olor… muy fresca, no es.

Aquí también he evitado poner las fotos más desagradables. Nos vamos porque esto huele fatal.

Como despedida el fiero león rey de la sabana, nos ha dado un concierto de aullidos que no asustarían a un ratón. Lo grabamos, ya lo editaré más adelante, así que nos ha hecho olvidar lo pasado y con una sonrisa en los labios emprendemos el regreso hacia nuestro maravilloso alojamiento.

Como siempre, enamorada de los paisajes y de los colores de África.

Este paisaje me parece impresionante, bello, sereno…

De vuelta al Kandili Camp, nos damos una buena ducha en nuestro curioso cuarto de baño de campaña que tiene de tooodo. Y sin plásticos. Bravo.

Una cena con los compañeros mientras escuchamos el reír de las hienas, pero confiamos totalmente en los guerreros masáis que vigilan el Camp. No hay tiempo para sobremesa. Llevamos 17 horas de safari y los huesos van contando ya los baches saltados.

Hoy he aprendido mucho de la naturaleza, de la supervivencia, del luchar por tu vida, pero YA… yo me voy a dormir. Buenas noches, lala salama Afrika.