Alrededor del año 530 a.C. los ceramistas atenienses inventaron una revolucionaria técnica decorativa, que dio a la ciudad el predominio absoluto en el mercado mediterráneo de cerámica: la técnica de figuras rojas. Esta nueva técnica permitía una representación más próxima a la realidad y el artesano tenía una mayor libertad para definir los detalles anatómicos, representación de prendas y rasgos, lo que podía lograrse con diversos gruesos negros y con la pintura más o menos diluida.
La cerámica ática estaba principalmente destinada a ser utilizada en el Simposio, un momento importante de la vida social en la que el consumo de vino, estaba asociado con rituales, comida, música, danza y poesía. La gran importancia socio-cultural del Simposio dio lugar a una especialización extrema en el uso de los recipientes, que eran formas estrechamente vinculadas a su función particular. Los vasos de vino no eran simplemente objetos o accesorios para la mesa; con ricas representaciones pintadas, se convirtieron en formidables vehículos de imagen y de transmisión cultural.
En grandes contenedores, tales como las ánforas y pelikai o pelike, el vino era almacenado y transportado; reservado para el uso del agua era el jarrón hydria de forma peculiar y tiene un bucle vertical para verter el contenido. El vino no se consumía nunca puro, sino mezclado con agua en un vaso grande, la crátera, elemento central de servicio de banquetes que recibió especial atención, incluso en la realización de la decoración figurativa. La bebida ya mezclada era entonces ofrecida a los clientes en cuencos de diversas formas: kantharos, skyphos y Kylix; para verter en las copas, el Kyathos, una especie de cazo con asa alta, el Enócoe y el olpe… bueno y algunos más.
Crátera de campana, cerámica ática de figuras rojas • Siglo 450-425 a.C. • Fuente: Museo Civico Archeologico di Bologna