Izukogen está en el sur de la isla, entre el monte Fuji y el océano Pacífico. Se trata de una región muy montañosa donde abundan las aguas termales, espectaculares bosques y la hermosa costa de Jogasaki con bellos acantilados que a menudo descienden hacia el mar en coladas de lava formando columnas basálticas hexagonales.
Desayunamos en el hotel, mientras vuestro equipaje va de camino a Tokio y nos dirigimos en tren a Izukoyen.
«¿Por qué vamos ahora a este sitio y no volvemos ya a Tokio?» comenta una componente del grupo durante el trayecto. Nuestra respuesta de que se trata de una de las zonas de naturaleza virgen más bellas de Japón, no la dejó muy convencida. Sin embargo, cuando nos fuimos al día siguiente, ya no pensaba lo mismo y realmente le daba tristeza abandonar este maravilloso lugar.
Alojamiento en Izukogen
El alojamiento en Izukogen es un ryokan, el Hanafubuki, que nos encantó. Un ryokan es un establecimiento tradicional japonés. Allí el futon para dormir se extiende a la noche sobre el tatami y se retira por la mañana. Las habitaciones son todas cabañas de madera dispersas en grupos perfectamente integradas entre la abundante vegetación y los árboles que casi las esconden. Ellos la llaman villa forestal. Nos recordó mucho a los hoteles construidos escondidos en la selva en Costa Rica.
Las construcciones están agrupadas y cada una de ellas se compone de cuatro o cinco habitaciones y tres o cuatro onsen (baños de aguas termales) de uso individual o familiar, totalmente privados. El baño al atardecer y al amanecer, antes de desayunar, es una de las experiencias imperdibles en Japón. Aquí lo disfrutamos de forma especial, pero también los tuvimos en Kioto y en Takayama. Agua termal a 40º. Todo un lujo.
Qué hacer en Izukogen
Básicamente aquí hay que relajarse y disfrutar, tanto del propio hotel como de los alrededores.
La tarde la dedicamos a pasear hasta la orilla del mar y recorrimos un par de kilómetros bajo los árboles disfrutando de las hermosas vistas a los acantilados y al mar. En Jogasaki hay 9 kilómetros espectaculares de costa accesibles por varios senderos. Estamos en la península de Izu donde el paisaje se formó por el enfriamiento de la lava procedente del volcán Amagi que estuvo activo entre los años 8.000 a. C y el 300 a. C.
Llegamos también hasta el puente colgante Kadowaki, a 23 metros sobre una entrada de agua clara y rocas afiladas. Tras pasar el puente, hay un paseo de unos 2 kilómetros que llega hasta el pueblo con su pequeño puerto pesquero.
De vuelta al ryokan disfrutamos de una auténtica experiencia gastronómica kaiseki. El kaiseki ryori es una cena tradicional japonesa. Cuidan mucho los ingredientes de temporada, así como la exquisita presentación donde cada detalle, incluso en la vajilla está meticulosamente preparado. La finalidad es conseguir un perfecto equilibrio entre sabor, textura y color. Una auténtica maravilla.
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