Ljubljana es una preciosa ciudad de poco más de 200.000 habitantes. Hemos estado allí cuatro noches, suficiente tiempo para recorrer y disfrutar la ciudad en Nochevieja y hacer escapadas para conocer algunos de los lugares de los alrededores más emblemáticos de Eslovenia como el lago Bled y su castillo y las ciudades de Radovljca, Celje y Ptuj.
Castillo de Ljubljana
Lo primero que hicimos fue ir a primera hora al Castillo de Ljubljana para evitar esperas en el funicular. Fue un acierto porque cuando bajamos hacia las 12:30, la cola para subir era larguísima y en el funicular no cabe mucha gente pues es pequeño.
Cómo llegar al castillo
El acceso al patio y a la cafetería es gratuito. Para visitar el resto de las dependencias tuvimos que sacar la entrada que puede ser conjunta con el funicular por 13 € para adultos y 9 € para niños (7 a 18 años), estudiantes, pensionistas o grupos de 15 personas o más.
También se puede llegar caminando. Un hermoso sendero que sale desde la plaza del mercado central lleva en unos 15 minutos hasta arriba, pero para nosotros estaba demasiado frío el día y, por supuesto, era mucho más rápido el funicular.
Y también existe la posibilidad de tomar el trenecito turístico que sale desde el Ayuntamiento. De hecho realizamos el recorrido al día siguiente por la ciudad y aprovechamos para recorrer el castillo por fuera en la parada de 15 minutos que hacen. Siempre es posible tomar el siguiente trenecito si decides quedarte más tiempo.
Nos gusta conocer un poco de su historia
La fortaleza existe desde tiempos prehistóricos, en la Edad del Bronce y del Hierro. Los celtas y después los romanos en el año 100 a. C. ocuparon el sitio, llamaron a la ciudad Emona y la rodearon con la muralla cuyos restos aún podemos ver.
Edad Media: primero la familia Breze Saleski construye una mezcla de mansión fortaleza que irá cambiando de manos a lo largo de los años hasta el siglo XV cuando lo toman los turcos y remodelan la construcción dándole una finalidad defensiva y militar.
En el siglo XVII únicamente se utilizaba como depósito de municiones y pólvora, con el consiguiente peligro para la población.
En 1.797 Napoleón lo utilizó como hospital militar y cuartel hasta que lo recuperaron los austríacos en 1.815 y su uso fue el de cárcel.
Es muy curioso el hecho de que en 1.905 un alcalde de Ljubljana, Iván Hribar, de ideología liberal, compró todo el recinto y lo dedicó a dar cobijo a familias que no tenían casa porque en 1.895 un grave terremoto sacudió la ciudad destruyendo muchos hogares, aunque el castillo resistió.
Visitando el castillo de Ljubljana
La visita al castillo no es la de una típica fortaleza. Actualmente el recinto está muy acondicionado y con estancias preparadas con diferentes exhibiciones artísticas a las que se accede mostrando la entrada y ofrece atracciones muy diversas e interesantes.
En primer lugar subimos a las almenas situadas justo a la salida del funicular para disfrutar de las vistas y hacernos una idea del recinto. Desde ahí continuamos el recorrido.
La torre mirador, la más alta, destaca con su forma cuadrada y almenada con el mástil donde ondea la bandera. Accedemos a ella por una bonita escalera de caracol con subida y bajada separadas, por lo que es muy cómoda, aunque larga. Las vistas son sin duda, las mejores de toda la ciudad.
Muy interesante también y muy densa de contenido es la exposición sobre la historia de Eslovenia.
El presidio conserva algunas celdas más o menos como cuando los austríacos utilizaron el castillo con este fin en el siglo XIX.
En el castillo virtual nos sorprendieron con una mágica proyección sobre los pintores impresionistas eslovenos. Fue muy llamativa y resultó totalmente inmersiva, como suelen serlo estas proyecciones.
Otro de los lugares que nos encantó fue la exposición sobre el museo de las marionetas. Aparte del encanto que estos títeres siempre transmiten, la exposición está pensada para tocar y manejar, por lo que cualquiera, niños y adultos pueden dar vida a algunas de las marionetas expuestas.
Vídeo promocional del castillo
Paseando por Ljubljana
La ciudad es muy cómoda y fácil de visitar por su tamaño. Al salir del funicular, nos dirigimos primero al cercano mercado central, del arquitecto Joze Plecnik. Desde ahí, el famoso puente de los Dragones está a dos pasos. Leyendas, mitos y tradiciones turísticas aparte, las estatuas de los dragones que lo presiden hacen de este puente un lugar especial, además de que los dragones son el símbolo nacional de Eslovenia.
El siguiente es el puente de los Carniceros (Mesarski Most), famoso por la cantidad de enamorados que han colgado en él su compromiso en forma de candado. Es del año 2.010 y antiguamente estaban aquí los comercios de carnicerías.
Siguiendo por la margen sur del río Ljubljanica, alcanzamos la catedral barroca de San Nicolás, el famoso Nicolás de Bari y posteriormente convertido en Papa Noel y Santa Claus. Su construcción empezó en 1.701 y solo cinco años más tarde ya la inauguraron. Anteriormente había un templo del siglo XIII, pero parece que un enorme incendio lo destruyó. La encontramos cerrada, así que nos conformamos con hacerle la foto a su famosa puerta de bronce con las esculturas de los obispos que desde hace más de mil años han regido la vida religiosa del país.
Llegamos al centro y paseamos por la Plaza Prešeren con su puente Triple y la Iglesia franciscana de la Anunciación. La plaza está animadísima a todas horas, de día y de noche. En el centro, la estatua del poeta France Preseren. Su figura y su nombre no solo ocupa el centro mismo de la ciudad. Lo encontramos en calles, locales, recetas, pasteles… ya que fue el mayor exponente del sentimiento nacional esloveno. De hecho la séptima estrofa de su obra, Zdravljica (1.844), es actualmente la letra del himno nacional. Zdravljica significa «brindis» y cada una de sus estrofas tiene la forma de una copa.
ki hrepene dočakat’ dan,
da koder sonce hodi,
prepir iz sveta bo pregnan,
da rojak
prost bo vsak,
ne vrag, le sosed bo mejak!
de Oriente a Occidente
ni un solo odio quede en pie;
que la humanidad
viva en libertad
y las fronteras sean
encuentro y buena vecindad
Desde lo alto de su pedestal, la estatua del poeta dirige su mirada hacia la casa en cuya fachada está representada la mujer que fue el amor de su vida, Julija Primic. Sin embargo, nunca se atrevió a declararle sus sentimientos por lo que ella se casó con otro y él tuvo diferentes relaciones sentimentales. Cosas de aquellos románticos.
El puente Triple es muy curioso por su singular forma con tres pasarelas. Hay documentación de la existencia de un puente de madera en este lugar ya desde el siglo XIII. La construcción del puente actual empezó en 1.931 y lo inauguraron al año siguiente, en 1.932 y en la década de los 90 lo reformaron a fondo.
Al otro lado del puente, casi al principio de la calle Miklošičeva, el edificio del Banco Cooperativo de Negocios (Stavba Zadružne gospodarske banke), es otro ejemplo de los numerosos edificios modernistas que construyeron después del terremoto para embellecer la ciudad. Su llamativa fachada tiene los colores rojo, blanco y azul, los de la bandera eslovena.
En la plaza del Ayuntamiento se alza el obelisco sobre la fuente de los Tres Ríos. Es de 1.751 y la construyó el escultor Francesco Robba, por eso también la conocen como la fuente Robba. Las esculturas representan los ríos Ljubljanica, Sava y Krka.
El siguiente paso del río es el Puente de los Zapateros, peatonal, de 1.931. Es fácilmente reconocible por las columnas de sus laterales. Su historia es un poco como la del Ponte Vecchio de Florencia. Allí desalojaron a los carniceros que lo ocupaban, por el mal olor y colocaron a los joyeros. Aquí en Ljubljana ocurrió lo mismo, pero quienes se instalaron después de los carniceros, fueron los zapateros.
Cruzando el puente, nos acercamos a la Biblioteca Nacional y Universitaria de Eslovenia, considerada la obra maestra del arquitecto Joze Plecnik. La biblioteca es una obra de arte. El edificio que la alberga, de ladrillo y piedra, es de estilo italiano.
Para acceder, hay que utilizar los picaportes de metal con forma de Pegaso, el caballo con alas que te conducirá hacia el conocimiento. Nada más entrar encontramos la majestuosa escalera con 32 columnas de mármol negro que conducen gradualmente desde la oscuridad de la escalinata, a la luz de la sala de lectura. Otra de las metáforas diseñadas por el genial arquitecto para simbolizar el camino hacia el saber. La sala de lectura es espectacular. Está iluminada por unos enormes ventanales, pero no permiten la entrada a los turistas, así que no pudimos verla. Tuvimos que conformarnos con entrar en la sala de visitantes en la que hay una interesante exposición sobre los libros, la escritura y la cultura eslovena. Fue una pena no poder ver la famosa sala de lectura, pero nos gustó mucho esta visita.
Desde aquí nos dirigimos a la Calle Mirje por la que discurren los restos de la antigua muralla de la ciudad romana de Emona que corresponde a la parte sur de la muralla. Emona perteneció al imperio romano desde el siglo I a. C. hasta el siglo V. Además de las murallas, está el Parque Arqueológico Emonan House, que conserva los restos de una domus del siglo I a. C.
Muy cerca de la plaza del Congreso en Liubliana, haciendo esquina con las calles Stefanova ulica y Slovenska cesta, subimos a disfrutar de las vistas en la terraza del edificio Nebotičnik. Allí nos tomamos un merecido café y una tarta de pistacho que estaba buenísima.
Tivoli Park
Metelkova mesto
Ključavničarska ulica o calle de los Cerrajeros
Mapa de ruta por Ljubljana