Nara, primera capital de Japón

Nara está a tan solo 40 Km al sur de Kioto. Fue capital de Japón entre los años 710 y 784. En aquella época la nobleza y las clases superiores miraron hacia China y se convirtieron al budismo. La mayoría de la población que vivían en los campos, sin embargo, continuó siendo sintoísta.

Aparte de su riqueza arquitectónica declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, lo más llamativo de Nara es el gran parque de Nara Koen. Aquí miles de ciervos sika pasean a sus anchas y, aunque son animales salvajes, se acercan a la gente que los alimenta. Están considerados como mensajeros sagrados de algunos dioses sintoístas. Por lo tanto son sagrados. El origen de esta creencia es la leyenda de Takemikazuchi, el dios del trueno que apareció en el monte Mikasa montado sobre un ciervo blanco. Durante mucho tiempo, el castigo por matar un ciervo era muy severo, podía incluso aplicarse la pena de muerte.

En el paseo por el gran parque de Nara, nos sorprendemos con la presencia de los más de mil ciervos llamados Sika que viven allí. Son mansos, pero no dejan de ser animales salvajes. Es realmente genial verlos moverse libremente por el parque. La gente los alimenta con unas galletas que venden especiales para ellos y también lo hicimos nosotros. Hay que tener cuidado porque cuando varios de ellos te rodean y se disputan el alimento, tratan de conseguirlo a toda costa y son frecuentes los mordiscos, no entre ellos, sino al ingenuo portador de su alimento. Algunos compañeros se llevaron algunos moretones que esos mordiscos por encima de la ropa les dejaron en la piel. Cuando esto ocurre, hay que darles rápidamente toda la comida y enseñarles las manos vacías. Entonces se calman y tranquilamente van a buscar a otra víctima.

El templo de Todai Ji

El edificio principal del parque es el templo de Todai Ji del año 752. Admirable la imponente puerta Nandai Mon, del siglo XIII. En ella vemos dos enormes estatuas que protegen la entrada. Se trata de los guardianes celestes, Virupaksa, el que lo ve todo, y Vaisravana, el que lo oye todo.

La principal construcción del templo es el edificio Daibutsu den (sala del Gran Buda). Es uno de los mayores edificios de madera del mundo y en su interior admiramos la enorme estatua de bronce de Buda de 15 metros de altura y 500 toneladas. Detrás de la estatua hay una gran columna de madera con un agujero en su parte inferior. Según la leyenda, quien consiga atravesarlo, obtendrá la iluminación. En nuestro grupo no se anima nadie a intentarlo. Solamente vemos gente muy joven haciéndolo y algunas jóvenes lo pasan realmente mal, porque, según la tradición, no puede ayudarte nadie si quieres conseguir la sabiduría del Buda.

Templo Todaiji de Nara
Templo Todaiji de Nara

El santuario de Kasuga Taisha en Nara

El otro atractivo imprescindible de Nara es el santuario de Kasuga Taisha del año 768 en el monte Mikasa. Dos mil linternas de piedra a lo largo del camino se encienden dos veces al año. La primera, los días 2 al 4 de febrero en el festival Mantoro y la segunda en agosto en la fiesta de Obon. Además de los farolillos del camino, en el templo hay más de mil linternas de bronce que cuelgan de sus techos. La atmósfera que se crea cuando se encienden debe ser increíble. Estos festivales son muy antiguos, el de Mantoro tiene más de 800 años de antigüedad.

A pesar de la cantidad de gente que hay, el paseo por el camino resulta muy tranquilo y apacible. Las hileras de columnas de piedra de las linternas en parte recubierta de musgo, algunos ciervos que se asoman de vez en cuando entre ellas y la frondosa vegetación contribuyen a crear esta atmósfera de paz y tranquilidad.

Además del santuario principal, hay otros quince santuarios menores cada uno de ellos dedicado a una diosa de la Fortuna. Es tradición realizar la peregrinación de los 15 santuarios ofreciendo una oración en cada uno de ellos para pedir protección y buena suerte.

El jardín botánico en el santuario Kasuga Taisha

En los preciosos jardines del santuario está el jardín botánico de Manyo con una importante colección de plantas. Nosotros pudimos disfrutar del color y sobre todo del aroma de las glicinias, o lilas que entre abril y mayo se muestran en todo su esplendor.

Cena con una maiko

A las 17:30 regresamos al hotel en Kioto nos preparamos para la cena con una maiko o aprendiz de geiko. Fue una experiencia inolvidable. Era una joven de 19 años que cantó y bailó para nosotros y después pudimos conversar con ella. Para nosotros fue uno de los momentos importantes del viaje.