Paseo por el río Guadalaviar

Comenzamos el paseo por el río Guadalaviar en el Arrabal, situado ya en la vega del río, junto a la oficina de Turismo. Desde el cauce contemplamos Albarracín en lo alto de la peña, a 1.171 m de altura. Se ve todo el pueblo y los inmensos contrafuertes que sujetan las casas a la montaña.

La vista de la catedral de San Salvador nos muestra la gran altura que separa el río del pueblo, una magnífica muralla natural de protección.

Podemos distinguir claramente las murallas cristianas más modernas y las antiguas árabes que construyeron en la ladera del cauce para hacer inexpugnable la ciudad. Más arriba los coloridos azulejos de la catedral contrastan con la muralla que se mimetiza en la montaña.

Continuando nuestro paseo por el río Guadalaviar pasamos por varios puentes de madera y una noria hasta llegar a una pasarela colgada literalmente en la roca. Es bastante estrecha, pero muy segura por las barandillas de protección que la recorren. Al final hay que bajar unas empinadas escaleras para llegar otra vez a la orilla del río.

La corriente de agua nos acompaña, algún chopo caído atraviesa el río a modo de peligroso puente y así llegamos a la altura de la torre de Doña Blanca, la que pasea su alma en pena las noches de luna llena en los recodos del río.

El castillo en lo alto ya no resulta una amenaza, sino un bello monumento que nos saluda orgulloso desde lo alto.

Pasando por el Molino del Rey, pronto volvemos a entrar en la ciudad por el Portal del Agua, aunque antes nos detenemos en el Molino del Gato, un lugar acogedor ideal para tomar algo a la par que podemos observar la maquinaria de un  molino de los de antes.