Pasando desde el Patio de los Arrayanes, por debajo de un arco árabe entramos en el famoso Patio de los Leones. Ninguna parte del edificio da una idea más completa de su belleza como este patio. En el centro se encuentra la famosa fuente, cantada en historias y romances. Su taza de alabastro derrama todavía sus gotas de diamante, y los doce leones que la sostienen aún arrojan sus cristalinos caños de agua como en los días de Boabdil.
Los Cuentos de la Alhambra de Washington Irving
Nota: Bueno, cuando nosotros estuvimos, los leones no arrojaban sus cristalinos caños de agua, estaban en obras. No pudimos hacerle ni una foto a la famosísima fuente.
En el Palacio de los Leones alcanza el máximo esplendor del arte nazarí. Este palacio constituía las estancias privadas de la familia real. Consta de:
Sala de los Mocárabes • Patio de los Leones • Sala de los Abencerrajes • Sala de los Reyes • Sala de los Ajimeces • Sala de Dos Hermanas • Mirador de Daraxa.
Dicen que la fuente de los doce leones proceden de la casa del visir judío Yusuf Ibn Nagrela (1.066), al que acusaron de querer construirse una casa más lujosa que el propio palacio del sultán.
Poema de la taza de los leones
«Bendito sea Aquél que otorgó al iman Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) solo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!»