Reserva Masai Mara

Primer día en Kenia… este viaje ha sido toda una aventura muchos años esperada. Llegamos a la Reserva Masai Mara… siempre estuve enamorada de los colores de África, de sus atardeceres naranjas donde se recortan las acacias, de sus amaneceres azules con siluetas de jirafas tempraneras, enamorada de sus cielos limpios llenos de nubes blancas…

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No lo podía haber soñado mejor.

La Reserva Masai Mara se creó en 1.961. Ocupa una zona del suroeste de Kenia y tiene una superficie de unos 1.500 Km2. Está situada a 260 Km de Nairobi, unas 6 horas en coche. Lo más interesante es que la reserva continúa en la frontera uniéndose con el Parque Nacional del Serengueti en Tanzania.

Dicen que es la zona del planeta con más vida salvaje por Km2, por lo que es un destino obligado para los amantes de la fauna en libertad.

Desde julio hasta octubre se produce el fenómeno de la gran migración. Hacia la segunda quincena de julio, miles de animales herbívoros comienzan a llegar al Masai Mara procedentes del Serengueti en Tanzania, para lo cual tienen que cruzar el río Mara. Y nosotros tuvimos la oportunidad de ver la Gran Migración con el cruce de las cebras y el ataque de los feroces cocodrilos. Toda una experiencia ver la naturaleza en su grado más salvaje… luego te lo enseño.

Comienza la aventura africana

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Los vuelos hasta llegar al destino, pues ya sabes, lo de siempre, pesado, así que no comentaré mucho. Vuelo a Estambul, tiempo de espera, vuelo a Nairobi, espera y traslado en coche hasta un poblado Masai donde empezamos a descubrir lo que ellos llaman el «masaje masái»😜, que es la paliza que te da el coche cuando va por esos caminos de barro y piedra dando botes. Hasta que inventen el teletransporte… es lo que hay.

El camino es una suposición de Google, no sé realmente por dónde fuimos. Llegamos a Nairobi sobre las 2 h., esperamos hasta las 5 h. de la madrugada porque es desaconsejable conducir de noche por estas carreteras y aprovechamos para tomar un té charlando. Sobre la una del mediodía, después de unas ocho horas por carreteras «inolvidables», llegamos al poblado masái  y sobre las 15 h. del día siguiente de nuestra, llegamos a comer al Kandili Camp, nuestro primer y fantástico alojamiento.

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Estas Jirafas Masáis han sido los primeros animales salvajes que hemos visto, en la Reserva Masái Mara. Tienen unos dibujos en la piel diferentes a los de las jirafas reticuladas que veremos más adelante. Son manchas con bordes dentados.

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Fuimos en el coche con Sara de la agencia de viajes Sabátika Tours quien preparó el viaje, y dos masáis, el conductor Simon y Saddera. Este último ha creado un colegio en su poblado Enkutoto Village con mucho esfuerzo para los niños pequeños, los mayores tienen que caminar varios kilómetros para llegar a su escuela. La visita al poblado conlleva un donativo de 20 € por persona que va para la comunidad, para la escuela y para las mujeres que hacen la artesanía. Uno de ellos nos explicó sus costumbres, su organización, nos enseñaron sus bailes con los típicos saltos, y luego tenían preparado un gran mercado de venta de artesanía.

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Este masái nos explica las costumbres de su pueblo. Los hombres siempre llevan esa espada al cinto porque son los encargados de velar por la seguridad del poblado y del ganado. El resto de los trabajos… los hacen las mujeres.

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Los masáis pueden tener varias mujeres, la primera la elige la familia, la 2ª la elige la primera mujer, y la tercera, ya no me acuerdo. Cada esposa suele tener su propia casa dentro del complejo familiar del marido. Suele haber una gran diferencia de edad entre ellos.

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La danza de los guerreros masáis, conocida como Adumu o «la danza del salto», es una celebración vibrante. Al compás de tambores y cánticos, los guerreros forman un círculo y, uno a uno, saltan con fuerza, elevándose sin doblar las rodillas, demostrando su destreza y valentía.

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Luego nos enseñaron el poblado que es circular y la casa, conocida como «manyatta» o «enkang» está construida de barro y excremento de vaca que la aisla del calor y del frío. El techado es de ramas y palos. Suele tener 3 estancias, la cama es una elevación de este mismo barro de las paredes donde se pone una piel de vaca directamente sobre el suelo.

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No sé exactamente qué tendrán las demás casas, pero la que nos enseñaron estaba totalmente vacía, salvo la cama, así que no podemos imaginar cómo se vive dentro.

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También se hace un fuego en el suelo, sobre el que se cocina. La casa que vimos tenía luz eléctrica. Es normal, pues ellos llevan móviles y tienen que cargarlos en algún lado.

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Las casas se agrupan en recintos familiares llamados «enkang», que están rodeados por una cerca de espinas para protegerse de los animales salvajes.

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La vida del masái se divide en… niñez hasta los 15 años cuando se les circuncida… a pelo, a las bravas. Luego vienen 10 años de servicio como guerrero donde abandonan su poblado. Te lo cuento aquí: Vida de los guerreros masáis.

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No han perdido la habilidad de hacer fuego con maderas, supongo que son actividades de supervivencia que aprenden en su periodo como guerreros.

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Los masáis que conocimos tienen el sello de haber sido guerreros, son más estoicos que nosotros, más parcos en palabras, no se quejan, son duros y fuertes… por cierto, el inglés es lengua oficial en Kenia, o sea que todos los que hayan ido a la escuela lo hablan igual que su idioma materno, el suahili.

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Abandonamos el poblado masái, cruzamos el río y vimos a las mujeres lavando la ropa y tendiéndola sobre las piedras para secarse al sol. Qué valientes y qué duro.

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Los cielos en África son maravillosos, no sé si porque estamos cerca del ecuador o porque el aire está más limpio que el nuestro… La sabana del Masai Mara está cubierta de pastos cortos y altos que proporcionan alimento a una gran variedad de herbívoros.

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También hay arbustos y matorrales dispersos y árboles aislados como las acacias. Estos árboles proporcionan sombra y son esenciales para algunos animales que los utilizan como refugio o para alimentarse de sus hojas. Y me encanta fotografiarlos a cualquier hora.

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Dicen que el Ñu puede percibir dónde está la lluvia, por eso es capaz de realizar esa Gran Migración en busca de pastos fresquitos. Es un animal capaz de superar los 80 kilómetros por hora.

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Los paisajes africanos me maravillan a cualquier hora del día. Es una atracción desde que era pequeña.

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A eso de las 3 del mediodía llegamos a nuestro alojamiento en el Kandili Camp, me encanta. Son grandes tiendas de campaña con todas las comodidades que puedas imaginar. Comimos al aire libre, en cuanto llegamos y conocimos a otros compañeros de viaje.

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Esta tienda es una sala de estar, tiene algunos objetos a la venta y una pequeña biblioteca. No tuvimos tiempo de disfrutarla… me hubiera encantado leer al atardecer en el campamento.

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La artesanía es colorida y muy bonita. También tenían shukas, las mantas tradicionales masái que usan como vestido.

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Hay mujeres en el hotel que extienden sus puestos de artesanía.

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Nunca pensé que una tienda de campaña pudiera ser tan bonita y tan cómoda. Gracias por esta habitación tan inspiradora.

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Los muebles tienen el sabor de los viajeros románticos como Robert L. Stevenson, que viajaba con su propia cama o Rudyard Kipling, Washington Irving… escritores y viajeros empedernidos. A ver si ese escritorio me inspira a escribir como ellos.

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Poco después de comer, salimos por los alrededores del Kandili en un safari a pie. Enseguida divisamos un par de coche parados allá a lo lejos.

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Cuando ves varios coches aparcados significa que algo hay.

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Ahí está, un guepardo.

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Es una hembra de guepardo porque va sola, cuando no tiene cachorros. Cuando tiene cachorros los deja solos y a veces les lleva alguna pequeña pieza viva para que aprendan a cazar. Los machos suelen ir en grupos y crean fuertes lazos entre ellos.

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El paisaje es magnífico, como siempre. La goma arábiga se saca del árbol de la acacia, sin dañarlos, y se utiliza entre otras cosas para pegar los puros y el papel de fumar.

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Han encontrados formas de lanzar semillas de acacia para frenar la desertización. Kenia tiene menos de un 10% de árboles. «Las acacias son como los pilares que sostienen el cielo», me encanta la frase, es del documental «ACACIA, las raíces de Kenia». Impresionante acacia.

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Ahora vamos a disfrutar de un placer excepcional, ver el atardecer africano.

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… de una belleza insuperable…

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No lo podía haber soñado mejor.

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Brindo por la vida, por los viajes y por el color de África.

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… imagen para toda la vida…

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De vuelta al Kandili Camp, nos esperaba una ducha en el completo baño de nuestra gran tienda de campaña. Es muy de noche, pero tan solo son las 20h. será porque estamos muy cerca del ecuador. Una cena al aire libre escuchando los sonidos de algunas hienas y otros animales. Sin embargo, te sientes bastante seguro porque los masáis del hotel vigilan continuamente los caminos de dentro del campamento. Cuando vamos a nuestra tienda, siempre nos acompaña un masái, también cuando salimos, siempre hay uno esperándonos cerca, ellos parecen saber cuándo vamos a salir.

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Parece mentira pero vamos a dormir en una cama… por fin. Han pasado 39 horas desde que salimos de casa, pero ha merecido la pena. Buenas noches, lala salama Afrika.