Tarragona

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Como cada año nos hemos acercado hasta Tarragona a comer Calçots y a hacer un poco de turismo por la zona. Estamos alojados en L’Espluga de Francolí y vamos a pasear por Tarragona, una pequeña ciudad con mucha historia.

La actual Tarragona antes conocida con el nombre de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, fue capital de la antigua Tarraconense, una importante provincia hispano-romana y después visigoda que ocupaba más de la mitad del territorio de Hispania peninsular.

Catedral de Tarragona

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Paseando por Tarragona

Subiendo hacia la catedral nos encontramos con la Plaza dels Sedassos donde hay una casa que tiene un gran trampantojo imitando la sociedad típica del s. XIX. La casa es el taller de un pintor.

Ya vemos la catedral y a mano derecha de la escalera, la calle Mercería, donde hay unos soportales del s. XIV. La calle se llama así desde el s. XIII, aquí se encontraba el gremio de los merceros o comerciantes de telas. Debajo de estos soportales se ponía el mercado para protegerse de la lluvia. Hoy es domingo y soportales, calles y toda la plaza está llena de puestos con todo tipo de objetos, como un rastro.

Estamos en la parte más alta de la ciudad, y encontramos la catedral gótica de Santa María (bueno tiene muchos nombres y muy largos). El Mercadillo de la Catedral se monta todos los domingos por la mañana y está lleno de gente y curiosidades, desde un casco de la II Guerra Mundial hasta la tuerca que le faltaba al candelabro de tu abuela.

Después de curiosear un rato por el mercadillo, entramos en el precioso claustro de la catedral. Hicimos fotos hasta a las lagartijas… y a los conejos ¿?.

Bajando por la calle Mercería, llegamos a la Plaza del Foro… pero que no te engañe el tamaño de las ruinas, el Foro ocupaba casi toda la Tarragona medieval. Y llegamos a la bonita Plaza del Rei, aquí está la Torre de Pretorio, donde hay un museo sobre Roma y unas vistas extraordinarias. A la izquierda está el Museo Nacional Arqueológico. Desde lo alto de la torre del Pretorio se puede ver toda Tarragona, la catedral, el circo… y a un señor de piedra que es César Augusto.

También vemos el Anfiteatro, al lado del mar, donde se organizaban las luchas de gladiadores y cacerías de fieras y se ajusticiaba a los condenados a muerte. La torre del Pretorio se comunica por pasadizos con el Circo. Hay una torre visigoda en la muralla, la Torre de las Monjas. El circo es el mejor conservado del mundo, por encontrase debajo de nuevos edificios que no destruyeron las estructuras romanas. Las galerías subterráneas que hay debajo, han quedado integradas en los edificios. En la Torre del Pretorio o de Pilatos, dicen que nació «Poncio Pilatos», hijo del que por aquellos años era el Pretor de la Tarraco romana… pero… no sé yo…

Una vez cumplidos los compromisos culturales, toca un Vermut en la Plaza del Rei… y luego a pasear por el Puerto del Serrallo, donde encontramos unas esculturas de bronce en las fuentes del paseo, realizadas por Beatrice Bizot. La parte baja de la ciudad es el Serrallo, un barrio marinero de pescadores que se levantó en el s. XVIII. En el s. XIX se le empezó a llamar Serrallo, pero no se sabe por qué. Está muy reconvertido en un paseo lleno de restaurantes, terracitas… un buen lugar para comer, especializados en pescados frescos, claro. Acabamos comiendo un arroz cocinado en un utensilio tan romano como Tarraco romana que acabamos de ver, la paella. La palabra paella viene del latín ‘patella’ y significa algo así como sartén ancha. Luego… para gustos… los colores…

Ha sido un primer contacto con Tarragona… pero volveremos… porque nos han quedado muuuchas cosas por visitar… y vivir.




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