Tokio se convirtió en la capital del país en 1.868. Hasta entonces había sido la residencia del gobernador feudal y tenía el nombre de Edo. Por ese motivo los tokiotas a veces se llaman a sí mismos los «hijos de Edo». El palacio imperial estaba en Kioto y cuando decidió cambiar la capital, la llamaron Tokio, que significa «capital de oriente». El emperador Meiji (1.852 – 1.912) fijó su residencia en el castillo en el que anteriormente vivía el shogún. La nueva política propició que Japón saliera del aislamiento y comenzó el desarrollo social y económico.
El terremoto de 1.923
La ciudad prácticamente desapareció el 1 de septiembre de 1.923. Un terremoto de 7,9 grados de magnitud y que duró de 4 a 10 minutos provocó una enorme destrucción y la muerte de entre 100.000 y 140.000 personas. Unos 2 millones de personas quedaron sin hogar. Además, a la destrucción provocada por el temblor, se añadió la de un pavoroso incendio porque era la hora de la comida y en casi todas las casas, que eran de madera, había fuegos de gas o carbón encendidos.
Tokyo Metropolitan Memorial Hall
Desde 1.960, declararon el 1 de septiembre como el Día de la Prevención de Desastres. Ese día se hacen simulacros y la gente recuerda las tragedias vividas y se prepara para lo que pueda suceder. El parque Yokoamicho, distrito de Sumida, es el lugar donde unas 38.000 personas murieron a causa de un enorme remolino o tifón de fuego. Aquí hay varios monumentos bastante discretos que recuerdan esa tragedia.
La reconstrucción de la capital se planificó con modernas infraestructuras e incluyó extensas áreas de parques que sirvieran de refugio.
Ruta por Tokio
Pasearemos por Odaiba, una isla artificial y futurista que además ofrece impresionantes vistas de la bahía de Tokio. Disfrutaremos de un almuerzo de bienvenida en un restaurante local, saboreando auténticos platos japoneses.
Odaiba surgió en 1.851 como parte de una serie de fortalezas destinadas a proteger la bahía de Tokio. A finales de los años 90 fue cuando su desarrollo se hizo exponencial. Para llegar a la isla hay que cruzar el espectacular puente Rainbow de 570 metros de largo. La isla tiene una playa artificial que se llena de gente en verano, aunque el baño está prohibido. La isla de Odaiba es un lugar ideal para pasar la tarde y ve anochecer en la ciudad.
Akihabara Yodobashi, donde se puede encontrar cualquier producto electrónico y gadget del mercado.
Descubriremos Kappabashi, un destino imperdible para los amantes de la cocina.
Asakusa, donde visitaremos el Templo Sensoji, el más antiguo de Tokio, fundado en el año 628 d. C. Mientras recorremos la calle comercial Nakamise, repleta de tiendas tradicionales, nos maravillaremos con la imponente Puerta Kaminarimon, destacada por su icónica linterna roja.
La torre Tokio Sky Tree, de 634 metros de altura es una de los iconos de la ciudad. Es de 1.912. Cuenta con dos plataformas para disfrutar de las vistas panorámicas, Tembo Deck a 350 metros y Tembo Galleria, a 450 metros sobre el suelo. Este será un momento ideal para capturar vistas inolvidables de la ciudad.
Qué ver en Tokio
El barrio de Asakusa
Asakusa es el lugar perfecto para hacerse una idea de cómo era el Tokio de antes de la segunda guerra mundial. Entonces estaba lleno de locales, bares, y sitios de diversión nocturna. Hoy todo eso ya no está y la gente duerme por las noches, pero hay calles que están repletas de tiendas y comercios tradicionales. Una de ellas es la calle Nakamise-dori. La tradición comercial se remonta a 1.685 cuando a los templos se les permitió abrir pequeños puestos para vender recuerdos y ese comercio continúa hasta hoy.
Al final de la calle llegamos al núcleo del barrio de Asakusa, el templo Sensoji cuya entrada es la imponente puerta de Kaminarimon con su inmensa linterna de papel. En el templo se encuentra una pagoda de 55 metros de altura, la segunda más alta de Japón y se venera a la diosa Kannon, la diosa de la Misericordia.
La leyenda cuenta que unos pescadores en el año 628 encontraron una estatua de la diosa en el río Sumida. Trataron de devolverla al río, pero la estatua volvía a ellos una y otra vez. Al final, el jefe del pueblo se dio cuenta que se trataba de un prodigio y convirtió su propia casa en un templo donde las gentes pudieran adorar a la diosa. No difiere mucho de las historias fundacionales de muchas de nuestras ermitas y santuarios.
Los bombardeos de la II guerra mundial destruyeron la sala principal del templo que era del siglo XVII y tuvieron que reconstruirla.
Junto al templo de Sensoji está el templo de Asakusa, de 1.649, construido para honrar la memoria de los dos pescadores y el jefe del pueblo. Tiene un enorme valor histórico, pues no sufrió ningún daño durante la guerra.
El Palacio del Soberano Celestial
Teatro Kabukiza