Trujillo

Trujillo • CáceresEspaña
• Categoría: Pueblos con encanto

Nuestra visita a Trujillo fue breve y sabrosa, pues solo nos detuvimos para comer, ver su magnífica plaza Mayor y seguimos ruta hacia nuestro destino final, el Valle del Jerte.

Me encanta la historia…

Turgalium, fue prefectura y después ciudad romana y no de escasa importancia debido a los recursos mineros de la zona. Los árabes se instalaron aquí en el siglo VIII, la fortificaron y la llamaron Torgielo. Finalmente los cristianos la conquistaron en 1232.

En 1430 recibe el título de ciudad, así como los de «muy noble» y «muy leal» y comienza su desarrollo. Se configura la plaza con las construcción de los primeros conventos, el de San Miguel, el de la Encarnación  y el de San Francisco.

Trujillo también participó en la Guerra de Sucesión (1475-1479) por el trono de Castilla. En esta guerra de Sucesión se enfrentaron Juana, casada con el rey de Portugal y su media hermana Isabel, casada con Fernando, rey de Aragón. Las dos eran hijas de Enrique IV de Castilla. Uno de los motivos para desprestigiar a Juana fue que decían que no era hija del rey, sino de su favorito Beltrán de la Cueva, por lo que la apodaron despectivamente «La Beltraneja».

La vencedora de la contienda, Isabel la Católica, mandó desmochar las torres en esta y en otras ciudades como Cáceres. Testimonios de estos hechos que podemos ver hoy en día son la Torre del Alcázar de Luis de Chaves y la Torre del Alfiler.

En el siglo XVI se produce el momento de mayor auge constructivo. Tras el descubrimiento y conquista de América se construyen casas señoriales en la plaza y la ciudad se expande fuera de las murallas en arrabales como el de San Clemente. Allí se construye el convento de Santa Clara, hoy Parador Nacional de Turismo.

A partir del XVII la ciudad comienza a perder importancia. Su situación en una ruta militar hizo que sufriera la devastación de varias guerras: la guerra de Portugal (1640-1648), la guerra de Sucesión (1700) y la guerra de la Independencia contra el francés (1808-1812). Cada una de estas guerras provocó ruina, despoblación y abandono.

Solo a mediados del siglo XIX la ciudad vuelve a crecer poco a poco, pero ello supuso el abandono progresivo de las grandes viviendas del casco antiguo situándose a partir de entonces la población en los exteriores.

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La plaza Mayor de Trujillo

La Plaza Mayor nos sorprendió por sus grandes dimensiones y porque verdaderamente es muy bonita. Si nos trasladáramos al siglo XVI, prácticamente no habría nada en su arquitectura que desentonara o estuviera fuera de lugar.

Destaca en primer lugar la iglesia de San Martín que se comenzó a construir en el siglo XIV y terminaría en el XVI.

Frente a ella, el otro foco de atención es la estatua ecuestre de Pizarro de bronce que se ha convertido en la imagen icono de Trujillo.

Y finalmente nos llaman la atención los soportales que rodean la plaza que ofrecen esa sombra protectora amén de numerosos restaurantes para descanso del viajero.

El Palacio de los Pizarro, o Palacio de los Marqueses de la Conquista, de 1560. Es el más llamativo de todos. También se le conoce como el Palacio del Escudo porque luce orgulloso un enorme escudo de armas sobre el balcón de la esquina. Este escudo se lo concedió el emperador Carlos V a Pizarro por la conquista del Perú.

En este lugar estaban las carnicerías municipales y dicen que también las casas de su padre, Gonzalo Pizarro «el Romano». Este Gonzalo fue un gran guerrero que acompañó al Gran capitán en sus campañas en Italia.  En su testamento reconoció a seis hijos naturales, sin embargo a Francisco Pizarro nunca lo quiso reconocer. Tal vez por ese motivo, nuestro Francisco buscase gloria y fortuna igual que su padre en la guerra, pero lo más lejos posible de él.

Este palacio de La Conquista fue la residencia de Hernando Pizarro y Vargas y Francisca Pizarro Yupanqui, hermano e hija del conquistador del Perú, Francisco Pizarro.

Palacio de los Carvajal Vargas o Palacio de los duques de San Carlos, de mediados del siglo XVI. Fue residencia de los Correos Mayores de las Indias. El gran escudo de armas pertenece a la familia Vargas y Carvajal.

En el lado sur de la plaza se alza el Palacio de los Marqueses del Piedras Albas, construido hacia 1530. Sus soportales son llamados los soportales del Pan porque aquí se encontraban los hornos donde se elaboraba el pan.

Todos estos palacios tienen la misma estructura, un patio central con claustro, caballerizas con bóvedas de medio cañón y aljibes preparados para la recogida de agua.

Convento de Santa Clara

Llevamos ya muchos kilómetros desde casa y toca descansar y comer, y qué mejor que en el Parador de Turismo de Trujillo, antiguo convento de Santa Clara, es muy temprano todavía para comer pero nos atienden fenomenal y pudimos disfrutar de su excelente hospitalidad y de la rica gastronomía extremeña: migas, moraga, pimentón de la Vera, embutidos como la patatera, quesos como la torta del Casar… bueno, todo eso no comimos… Ja Ja.

Nos queda pendiente otra visita a Trujillo, pero no como estación de paso, sino para pasar algún día recorriendo tranquilamente su casco antiguo, sus murallas, la alcazaba…